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Lo que la salud pública nos enseña sobre medir bien: analogías entre el tamizaje poblacional y los indicadores en servicios de salud

  • Foto del escritor: Jefferson Andres Bautista Gomez
    Jefferson Andres Bautista Gomez
  • 5 jun
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 13 jun

Resumen


La medición de indicadores en instituciones prestadoras de servicios de salud enfrenta un desafío similar al que enfrentan los programas de tamizaje poblacional: medir lo que importa, en el momento correcto, con metodología adecuada, y con capacidad de respuesta frente a los hallazgos. En este artículo se exploran las analogías conceptuales y operativas entre los criterios que justifican un tamizaje poblacional y los principios que deberían regir la selección y el uso de indicadores en la gestión clínica y administrativa. A partir de estas analogías, se propone una guía reflexiva para la construcción de sistemas de medición que generen valor y guíen decisiones efectivas en salud.





1. Introducción


Tanto en salud pública como en la gestión institucional, medir es una necesidad ineludible. Pero medir de manera inadecuada puede conducir a decisiones erróneas, costos innecesarios o incluso daños. Los criterios que determinan si una prueba de tamizaje poblacional es pertinente han sido objeto de amplio consenso y validación, ofreciendo una base ética y científica para decidir qué medir, cuándo y para qué. Esta lógica puede ser aplicada también a la selección de indicadores institucionales.



2. Relevancia del problema vs. relevancia del proceso


En tamizaje, se justifica una intervención poblacional solo si la condición a detectar tiene una alta carga de enfermedad. De forma análoga, un indicador institucional debe centrarse en procesos clínicos o administrativos que tengan impacto relevante sobre la salud del paciente o la eficiencia del sistema. Por ejemplo, medir la tasa de infecciones asociadas a la atención en salud (IAAS) es más pertinente que monitorear el número de sillas ocupadas en sala de espera, a menos que ésta se vincule con desenlaces clínicos.



3. Historia natural de la enfermedad vs. trayectoria del proceso


El tamizaje requiere conocer bien la historia natural de la enfermedad para identificar la ventana en que una intervención temprana puede modificar el pronóstico. En servicios de salud, es clave conocer la "historia operativa" de un proceso: ¿cuándo se generan cuellos de botella? ¿Cuándo se pierden oportunidades de resolución? Por ejemplo, medir el tiempo entre la solicitud y la ejecución de una interconsulta puede evidenciar fallas en la continuidad asistencial.



4. Prueba válida vs. indicador confiable


La prueba de tamizaje debe tener sensibilidad y especificidad adecuadas. De igual modo, un indicador debe tener validez (realmente mide lo que pretende medir) y confiabilidad (genera resultados consistentes). Indicadores como "porcentaje de epicrisis entregadas dentro de 48 horas" son valiosos solo si se garantiza una definición operativa clara y un sistema de registro confiable.



5. Disponibilidad de tratamiento vs. capacidad de acción sobre el indicador


No se recomienda hacer tamizaje si no existe un tratamiento efectivo. De forma paralela, no debería medirse un indicador si no se cuenta con capacidad de intervenir sobre él. Medir la satisfacción del paciente sin tener estrategias de mejora continua o espacios para retroalimentación genera frustración y desincentiva la participación.



6. Relación beneficio/riesgo vs. relación utilidad/costo


El tamizaje debe generar más beneficios que daños. En gestión, la relación entre la utilidad del indicador y su costo (en tiempo, complejidad o recursos de recolección) debe ser positiva. Medir tasas de reingreso hospitalario puede ser valioso, pero si implica auditorías manuales extensas sin automatización ni impacto, puede no justificarse.



7. Capacidad del sistema para responder


El tamizaje poblacional sólo es ético si el sistema puede absorber y gestionar los casos detectados. En servicios de salud, esto se traduce en que los hallazgos del indicador deben estar vinculados a planes de acción, responsables claros y evaluación de impacto. Por ejemplo, medir la tasa de caídas en hospitalización debe estar vinculado a un programa de prevención, capacitación del personal y rediseño de procesos.



8. Aceptabilidad por parte de los involucrados


Un programa de tamizaje exitoso necesita ser aceptado por la población. En el ámbito institucional, los indicadores deben ser comprendidos, aceptados y utilizados por los equipos que los ejecutan. Indicadores impuestos sin contexto o sin participación del personal clínico tienden a ser percibidos como instrumentos de control externo, y no como herramientas de mejora.



9. Evaluación continua


Tanto los programas de tamizaje como los sistemas de indicadores deben ser evaluados y ajustados en forma periódica. Un sistema de medición estático puede dejar de ser pertinente frente a cambios en el entorno o en las prioridades institucionales.



10. Ejemplos concretos de aplicación



Tamizaje neonatal vs. indicadores de calidad perinatal: Mientras el tamizaje auditivo busca detectar precozmente hipoacusias, los servicios de neonatología podrían usar indicadores como tiempo promedio para inicio de lactancia materna, lo cual también exige registro temprano, acción coordinada y retroalimentación.


Tamizaje de cáncer de cuello uterino vs. indicadores de oportunidad diagnóstica: Así como se busca detectar lesiones precursoras con Papanicolau o HPV, los servicios ambulatorios podrían medir el tiempo entre consulta inicial y confirmación diagnóstica de lesiones sospechosas.



11. Recomendaciones para prestadores de servicios de salud



  • Definir una "carga institucional de enfermedad" para priorizar procesos críticos


  • Alinear los indicadores con trayectorias asistenciales claramente descritas


  • Evaluar la sensibilidad de los indicadores para detectar desviaciones relevantes


  • Estimar el "valor operativo agregado" de cada indicador: ¿genera decisiones, mejora procesos o previene riesgos?


  • Validar la aceptabilidad de los indicadores con los equipos clínicos



12. Conclusión


Medir con sentido es tan importante como actuar con evidencia. Los criterios del tamizaje poblacional ofrecen una guía potente para evitar la inflación de indicadores sin uso, y para construir sistemas de medición que sean éticos, operativos y transformadores. Integrar estas lecciones a la gestión de servicios de salud es un paso necesario hacia instituciones más inteligentes y centradas en el valor.



Palabras clave: indicadores en salud, tamizaje poblacional, gestión basada en evidencia, medición institucional, calidad asistencial, uso ético de indicadores.


Autor

Luis Rojas

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